viernes, 23 de noviembre de 2007

La Arcadia IV (20 de Noviembre 2007)



Si hay un auténtico icono pop ese es Françoise Hardy. Todavía en activo (y de forma brillante, por cierto), esta atractiva francesa fue una de las cantantes más representativas de la música pop en la década de los 60’s. Su dulce forma de cantar y su impresionante personalidad hizo que el director de cine Roger Vadim se fijara en ella y la eligiera para interpretar su primer papel como actriz en “Château en Suède” (1963), película en la que intervenía Monica Vitti. También participó en el Festival de Eurovision de 1963, en representación de Mónaco, con la canción “L’amour s’en va“, quedando en quinta posición

Talento y belleza a raudales en esta Tous les garçons et les filles de 1962



Luciano era un hombre sencillo, trabajador, culto a pesar de haber recibido poca educación escolar, con un gran sentido del humor y de la libertad, dedicado a su familia, su trabajo y sus aficiones. Le gustaba resolver jeroglíficos y coleccionaba sellos y monedas.

Luciano era mi padre y durante toda su vida mantuvo vivo un sueño: viajar a Buenos Aires.

No sé en que momento preciso surgió esa pasión por todo lo argentino, pero siempre le acompañó y de uno u otro modo influyó en su familia.

Yo crecí escuchando a Gardel, aún guardo sus discos de vinilo con las carátulas gastadas por el uso. Escuchar un tango es para mí mucho más que regalar a mis oídos melodías fantásticas, es evocar mi infancia, recordar a mi padre.

“Volver”, “Adiós muchachos”,”El día que me quieras”,“ A media luz”, “Caminito”, “Mis Buenos Aires querido”.. y muchos más, son un legado, son un tesoro que guardo junto con pedazos de mi vida que misteriosamente selecciona la memoria para recordar cuando te lo pide el alma.

Luciano hablaba de Buenos Aires como si ya hubiera recorrido sus calles, solo cuando soñaba podía permitirse ese largo viaje.

Viví la muerte de mi padre muy de cerca y le acompañé hasta el final, días antes estuvimos hablando,- me voy a perder muchas cosas- me dijo, hizo una especie de listado de preferencias y entre ellas estaba ese viaje a Buenos Aires tan deseado durante toda su vida.

Le prometí que ese viaje lo haría yo algún día, que recorrería sus calles y miraría sus gentes, miraría por él y para él .Cumplir esa promesa será abrir y ver a través de una ventana que siempre estuvo cerrada para él.

Miraré hacia arriba porque estoy convencida de que mi padre está en el cielo de Buenos Aires.

ROSA NOGALES





Estábamos solos, abrazados

a la brisa que a sí misma se abraza,

al deseo en los párpados del mar.

La luna arriba, más delgada

que las palabras

desprendidas de un sueño oscuro y sin palabras.

El dorso de la mano en la mejilla,

la palma en la raíz de la cintura.

<>, dijiste, <>.

Solos, abandonados en la noche,

sin otra luz que la de las palabras

en un cielo sin luna.

<

por el grito feroz de las gaviotas,

palmas y labios, cuellos, todo carne delgada para el sol>>.

PRIMERA NOCHE
Rafael-José Diaz nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1971. En 1994 Andrés Sánchez Robayna seleccionó poemas suyos para la antología Paradiso: Siete poetas. En 1997 publica su libro El canto en el umbral. En 2000 Llamada en la primera nieve. En 2001 inaugura la colección <> con su versión de dos prosas inéditas de Philippe Jaccottet





Despierta la impaciencia.

En la cal de los pasos de un fantasma

se mojan con el barro desteñido.

Él mira su reloj exigiéndole que se apure.

El único diario existente aparece con títulos pálidos.

Todos lo compran por costumbre.

La avenida está casi lista, sólo algunas esquinas siguen heridas.

Julio llegó como siempre en Julio, puntual.

Otra vez presente.

La borra del café se estanca en el fondo de un pocillo.

Ya lo despojarán con agua y detergente, es el ritual.

Él mira su reloj diciéndole que se apure,

más no sabe que su hora tiene los minutos contados.

SU HORA

Salvador Moncada



CRÓNICA LITERARIA Antonio Cuartero

Este 3 de Diciembre se cumplen el 150 aniversario del nacimiento de Joseph Conrad (1857-1924) escritor polaco nacionalizado inglés que escribió toda su obra en esta lengua.

Su biografía es digna de escribirse. Fue educado en Polonia por sus padres, que murieron y luego por su tío hasta que con 17 años se enroló en un barco como marinero donde tuvo turbulentos problemas con el tráfico de armas. Viajo por Venezuela, Colombia, Martinica, el Mar del Norte, Australia y los mares de Oriente, El Índico, Malasia, Sumatra y Java. Dejando constancia de todos estos viajes en sus libros La Locura de Almayer, (su primer libro), Nostromo, el Hermano de la costa y Lord Ji.m Luego logró ascender a Capitán de Barco y obtener la nacionalidad inglesa, de esta manera pudo cumplir su sueño y viajar por África en 1889, donde vio las atrocidades que cometían contra los indígenas los colonos, de donde se inspiro para su famosa El corazón de las tinieblas.

Es esta una buena oportunidad para volver a releer a Conrad o si todavía lo habéis hecho de iniciar su lectura entre el viaje exterior y la aventura interior.


Algunos temas se respiran en el aire de un tiempo; también están en la trama de una vida. El ámbito imaginado es aquel con el que fantaseamos, de tanto verlo desde lejos o porque nos lo contaron, y deseamos conocer. Mientras tanto, basta la fachada, una foto o un folleto turístico para que rueden las imágenes y completemos el lugar desconocido. La escritura es un medio apto para conseguirlo.

Margueritte Yourcenar


Comentarios a medianoche de Antonio Cuartero

TUAREG. ALBERTO VÁZQUEZ – FIGUEROA

“– Lo que el desierto quiere para sí, es del desierto –decían-. Alá proteja al que trate de arrebatarle su presa…

Gacel ambicionaba tan sólo desvelar su misterio; la razón por la que tantas bestias y tantos hombres desaparecieron sin dejar rastro, y cuando se encontró por primera vez en el corazón de una de las tierras vacías, lo comprendió pues se podría pensar que no setecientos, sino siete millones de seres humanos se diluirían fácilmente en aquel abismo horizontal del que lo extraño era que alguien, no importaba quién, saliera con vida.

Gacel salió. Por dos veces. Pero imohags como él no había muchos y por ello el Pueblo del Velo respetaba a Gacel el Cazador, inmouchar solitiario que dominaba territorios que ningún otro pretendió nunca dominarla”

Así describe Vázquez Figueroa a Gacel, el tuareg protagonista de su novela con el mismo nombre. En ella nos adentraremos en el ardiente desierto, de la mano de un hombre, que lleva a su espalda la cultura de una raza legendaria, absorbida casi completamente por la modernidad, capaz de sobrevivir, adaptarse y vivir en una de las zonas más duras del mundo.

Veremos cómo Gacel, siguiendo una de sus más preciadas tradiciones, proteger a sus huéspedes, pondrá en jaque a todo un ejército, incapaz de enfrentarse a la sabiduría de un tuareg de su medio natural, el desierto. Así con cuatro camellos, y su huésped, se adentrará en una de las peores zonas del desierto donde ni siquiera sus conocimientos y sabiduría le servirán de mucho, solo el destino, la suerte o un Dios podrán sacarlo con vida.

Lo consigue, sin embargo hay algo para lo que un Tuareg, o imohags como se denominan ellos, no pueden luchar. No pueden luchar contra un medio desconocido para ellos. Gacel no podrá enfrentarse al mundo civilizado, la ciudad se convierte en lo que desierto para nosotros.

Solo de la pluma de Alberto Vázquez- Figueroa pueden salir relatos como este pues su biografía lo alaba. Nació en 1936 en Santa Cruz de Tenerife, vivió en Marruecos y el Sahara. Luego estudio periodismo, y estuvo trabajando durante quince años como enviado especial de diversos medios asistiendo a las guerras y revoluciones, de Guinea, Chad, Congo, República Dominica, Bolivia, Guatemala. Posteriormente se ha dedicado por entero a la creación literaria publicando más de cuarenta libros, entre los que podemos destacar Ébano, Manaos, Océano, Yáiza, la serie Cienfuegos, La iguana, Nuevos dioses y un largo etcétera. Nueve de sus novelas han sido adaptados al cine, y es uno de los autores españoles contemporáneos más leídos en el mundo.


¿Quién se ha resistido a subrayar con lapicero ese libro de edición humilde, baqueteado por mil mudanzas, que en algún momento de nuestra vida fue nuestro vademécum espiritual? ¿Quién ha logrado sustraerse a la tentación un tanto petulante de creer que un libro cualquiera ha sido escrito ex profeso para nosotros, para alivio de nuestras zozobras, para consuelo de nuestras más secretas desolaciones? Hemos acudido muchas veces a los libros como quien consulta un oráculo, seguros de que entre su bosque de palabras encontraremos la combinación exacta que nos interpela, esa frase o verso o versículo que condensa nuestro estado de ánimo y nos propone soluciones clarividentes que un segundo antes ignorábamos, aunque anidasen en algún recoveco poco auscultado de nuestra conciencia. Entonces tomamos un lapicero y subrayamos esa frase capturada al albur, seguros de que en ella se perfila la fisonomía de nuestro porvenir, o escribimos con letra deslavazada y premiosa un escolio que en cierto modo adquiere la naturaleza de un diario apenas esbozado.

Luego, cuando pasan los años y nos hemos convertido en otra persona distinta, cuando aquel muchacho atribulado que fuimos yace sepultado entre hojarascas de olvido, volvemos a ese libro que en otra época alumbró nuestras inquisiciones, como quien se adentra en un sendero de pasos borrados. En las páginas ya amarillentas del volumen descubrimos anotaciones nerviosas, apostillas ilegibles que, una vez descifradas, se nos antojan banales, porque ya no se conjugan con el estado de nuestro ánimo. Recorrer ese libro que en otra época fue nuestro cicerone interior nos despierta una sensación ambigua de extrañeza, casi de extranjería, hasta que, de repente, como un rayo de medrosa luz que logra colarse entre la fronda, una palabra subrayada nos retrotrae a nuestro pasado, nos enfrenta en el espejo de la memoria al joven borroso que en otra época nos habitó, y es como si se abriese –con ruido de goznes herrumbrosos—una escotilla que conduce a las galerías subterráneas donde anida una existencia que ya creíamos fallecida. Gracias a esos subrayados humildes volvemos a saborear, como recién estrenados, sentimientos fósiles que algún día lejano nos poseyeron; y es como si hubiésemos ingerido un bebedizo o elixir que nos permite vivir otra vez –sin nostalgia, con una impresión de vívida nitidez— pasajes de nuestra vida que parecían clausurados para siempre.

Esta sensación de muy sabroso desconcierto que experimentamos cuando un libro nos susurra entre líneas los contornos huidizos de la persona que fuimos adquiere una calidad distinta, más fantasiosa pero no menos placentera, cuando el libro subrayado o anotado perteneció a otra persona de la que ya nada sabemos. En los volúmenes que tomamos prestados en las bibliotecas o repescamos de los cajones de saldos de alguna librería anticuaria nos topamos con frecuencia, junto a flores prensadas que delatan algún amor arqueológico o billetes de tranvía que rememoran alguna cita clandestina, con escolios y subrayados que nos hablan de antiguos poseedores de los que nada sabemos, pero que a través de ese vínculo desvaído nos hacen confidentes de su soledad. Y entonces, llevados por una vocación de novelistas reprimidos, jugamos a reconstruir imaginariamente la biografía de ese lector remoto y desconocido, jugamos a figurarnos sus vicisitudes, el azogue de júbilos y tristezas que entretuvo sus noches, y en este ejercicio de introspección ajena podemos pasarnos horas enteras, como un diablo cojuelo que alza los tejados del vecindario y escruta intimidades que no le incumben.

JUAN MANUEL DE PRADA
Mi biblioteca: La revista del mundo bibliotecario



La Arcadia II (13 de Noviembre 2007 / Etapa Onda Litoral)




Amé.

Es incomprensible como el temblor de los árboles.

Ahora estoy extraviado en la luz pero yo sé que amé.

Yo vivía en un ser y su sangre se deslizaba por mis venas y

la música me envolvía y yo mismo era música.

Ahora,

¿quién es ciego en mis ojos?

Unas manos pasaban sobre mi rostro y envejecían dulcemente. ¿Qué

fue existir entre cuerdas y espíritus?

¿Quién fui en los brazos de mi madre, quién fui en mi propio corazón?

Es extraño:

solamente he aprendido a desconocer y olvidar. Es extraño:

ahora, el amor

habita en el olvido.


Súplica

Vienen los números y las lágrimas.

Y tú, ¿quién eres? ¿Yo mismo?

Tú que conoces a los pájaros que se alimentan en mis venas,

muéstrame la inexistencia, llévame dulcemente,

de tu mano, a la nada.


Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) vive en León. Es autor de títulos como Blues castellano, Descripción de la mentira, Libro del frío o Arden las pérdidas, recogidos en el volumen Esta luz (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), que reúne toda su obra poética escrita entre 1947 y 2004. En 2006 fue galardonado con el Premio Cervantes y con el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Ese mismo año terminó Un armario lleno de sombra, título provisional de sus memorias de infancia, que permanecen inéditas. Los poemas 'Aún' y 'Súplica' también son inéditos.




Si supiera donde van los pájaros cuando mueren, me iría con ellos, se dice a sí mismo Juan, mientras contempla cómo el atardecer se mete lentamente en el Sena.

- Hoy vamos a desmitificar la Vía Láctea - Le dijo ella hace ya nueve años.

Era una noche preñada de estrellas primogénitas. Estaban al otro lado del Atlántico. Era habitual que compartiesen esos diálogos condimentados con poesía. Se inspiraban en los duendes de Girondo, Benedetti, Lorca y Neruda. Se conocieron en 1995; en la elección de la Reina del Turismo.

Juan estaba sentado con tres amigos treintañeros, con los que en ese tiempo era inseparable. En la mesa de enfrente, cinco chicas charlaban desinhibidamente, ayudadas por una pizca de champán.

Juan se fijó en la del vestido corto blanco, piernas largas, piel tostada y sonrisa de miel. Levantó su copa y dirigiendo la mirada hacia ella le guiñó un ojo. Ella interrumpió su sonrisa y levantó la suya sonrojada. Después pasaron juntos el resto de la fiesta. Los años avanzaron en la repetida escena de mirame y no me toques pero no dejes de mirarme, en interminables escaramuzas de seducción.

Desde el puente, Juan ve barcas llenas de turistas que apuntan sin pudor sus cámaras fotográficas al paisaje.

La brisa levanta con timidez las primeras hojas víctimas del otoño. El olor a humedad se hace intenso.

Lleva una semana sin dormir. Pero no tiene sueño. Sólo recuerdos. Siete días atrás la esperó en el aeropuerto, la notó distinta, era otra persona pero en el mismo cuerpo que él recordaba.

La chica de piernas largas, piel tostada y sonrisa de miel era una cáscara, una mueca absurda.

El amante insomne

Salvador Moncada



No es extraño que en los últimos tiempos la literatura se haya convertido en el instrumento para salvar la memoria e intentar explicar episodios que la historia dejó apenas desvelados o diseccionados con frialdad de bisturí aséptico. La literatura recrea la vida, calienta los recuerdos con el látigo de la sangre color de tinta, insufla aire a los recuerdos extinguidos, llena de carne el pellejo seco de la memoria. La Literatura es necesaria para entender mejor la historia. Por eso, tras el análisis del historiador y la siembra del tiempo, las épocas del horror se convierten en sugerentes territorios literarios.

Memorias del horror / Eva Díaz Pérez / Revista Mercurio



La literatura es un refugio, un lugar donde todo puede ocurrir, donde se puede reaccionar con violencia o sublimidad; donde es bueno sentir melancolía o temor, o incluso fracasar, o equivocarse, o amar a alguien, o desear algo profundamente y no llamarlo por otro nombre; no sentir vergüenza por ello, es un lugar para sentir profundamente.

Toni Morryson


Comentarios al la media noche por Antonio CUARTERO

Peter Pan. J.M. Barrie

Todos conocemos a Peter Pan. Conocemos a Campanilla y Wendy, y el País de Nunca Jamás. Pero al comenzar la magnífica obra de Barrie os llevaréis la más grandes de las sorpresas. Todavía no conocéis verdaderamente a ninguno de estos personajes. No conocéis al verdadero Peter Pan.

Poco os voy a contar de la historia de Peter Pan, esa que todo la conocéis, como Peter entra por la ventana junto a Campanilla y se lleva a los niños de la familia Darling, John, Michael y Wendy, al País de Nunca Jamás donde corren miles de aventuras.

Esto es lo que nos ha mostrado Disney y sus cuentos pero la novela de Barrie nos descubre el verdadero mundo de Nunca Jamás. Donde Peter Pan es un niño no tan bueno, ni tan inocente, solo es un niño sin madre que no quiere crecer. Donde su tendencia a olvidar hace que Wendy sienta terror, donde Campanilla según palabras del autor “tenía una ligera tendencia a engordar”, donde los niños del País de Nunca Jamás buscan desesperadamente a una madre, donde los indios y piratas están en una guerra continúa. Y Garfio busca sin descanso su venganza seguido de un siniestro tic-tac. Y Peter Pan es el rey de este mundo, pero es un rey niño.

Mirando detenidamente entre sus páginas descubriremos cosas muy interesantes como una especie de parodia entre los roles establecidos de la pareja que se refleja perfectamente en el comportamiento de los padres de Wendy. Entre la autoridad, reflejo de ello al autoridad que ejerce Peter entre los Niños Perdidos, el liderazgo de la misma manera, o en los roles de cada miembro del grupo.

Luego esa crítica a la educación y al papel de los padres, ejemplo de ella la conversación de los padres de Wendy sobre el dinero que les cuesta tener otro hijo, simplemente magistral. O la crítica a ese sentimiento patriótico como algo infantil y ridículo.

Pero Barrie también dejo un precioso rastro de imaginación. Muestra de ella el papel de Nana, la perra niñera que aceptamos con total naturalidad. O esa muestra de genialidad y originalidad con la sombra de Peter, o quizás lo mejor sea ese sentimiento a no crecer nunca, de no querer ser mayor, de ser siempre un niño, con los problemas de un niño.

James Matthew Barrie fue un novelista y dramaturgo escocés. Nació el 1860 y miro en 1937. Tuvo una infancia traumática provocada por la temprana muerte de su hermano mayor y la indiferencia de sus padres. Pero a pesar de ello salió adelante como escritor y entre sus amistades universitarias conoció a Arhtur Conan Doyle (el autor de Sherlck Homes) y Rober Louis Stevenson (La Isla del Tesoro). Según la leyenda Barrie conoció un buen día a la familia Llewelyn Davies en los Jardines Kensington y es de esta familia fue donde Barrie se inspiro para crear a Peter Pan. Además cuando los niños de esta familia quedaron huérfanos él se convirtió en padre y guardián. Así nació nació Peter Pan en 1904 como obra de teatro y siete años después, debido al tremendo éxito que había cosechado en Londres paso a narración.

Una de las mayores controversias que ha creado esta obra ha sido por sus derechos de autor que no quedaron muy claros y por lo tanto y son más de cien años de disputa de estos derechos. Además son muchas las secuelas literarias que han salido aparte de las archiconocidas versiones de Disney y demás películas.

Pero Peter es algo más, es una obra para todas las edades o quizás sería más correcto decir que es una obra para todos los momentos de la vida pues veremos y aprenderemos cosas nuevas de su lectura. Mantengamos viva el alma de este libro con la fuerza que nos dio su autor, nos dio la fuerza de CREER, de mantener viva la esperanza, la esperanza de que algún día sin importar la edad que tengamos, abra las ventanas Peter Pan junto a Campanilla y le preguntemos:

-¿Cómo te llamas niño? –

- Peter Pan

- ¿Y dónde vives? –

- Segunda a la derecha –dirá – y luego todo recto hasta el mañana



Crónica literaria de Antonio Cuartero

No hay mayor gusto que desvelar un secreto, y más aún si son obras inéditas de un escritor importante. Así se nos presenta Ciao, Verona un relato inédito del escritor Julio Cortázar, que ha sido descubierto recientemente, donde se muestra la más pura escritura cortaziana.

La historia de este relato es oscura, solo el autor supo porque no se incluyo este relato en sus dos últimos libros, quedando de esta manera inédito, hasta que su viuda y albacea Aurora Bernárdez donó a Carmen Balcells una colección de manuscritos del autor donde se descubrió este relato inédito. De esta manera el lector descubrirá algunos secretos más del gran Cortázar volverá a sumergirse en su atmósfera, una atmósfera que ha estado treinta años oculta

El País publico el relato integro en su suplemento cultural Babelia el sábado 3 de Noviembre, solo aquellos que lo compraron podrán leerlo pues en su edición digital no fue publicado y todavía no se sabe cuando se publicará.





Programa 8 de Noviembre (Nueva etapa Onda Litoral / Torremolinos)



Miles de libros que no quedaron soterrados entre cenizas, si no que se alzaron para escribir la historia con la antorcha de la dama de la libertad. Esa otra llama invisible que prende en nosotros y no se consume mientras haya un lector que la avive al tomar un libro, para con ese mismo acto darle vida.

IGNACIO GARCÍA VALIÑO


Pero hay una novedad, propia de nuestro tiempo. El desdeñoso profesional, el envidioso gratuito y universal ha dado un paso, el que en cierto modo ilustraba la viñeta de Forges. En vez de limitarse a recelar y rabiar, o a alzar la barbilla con anticipado desprecio, se ha dicho: "¿Y por qué no yo?" En gran medida se debe, a buen seguro, a que ha comprobado lo barata que hoy sale la fama. Para gozar de ella basta con acostarse -o contar que uno se ha acostado- con la persona adecuada; o participar en algún oligofrénico reality show; o insultar mucho en un blog; o cometer algún crimen estúpido (eso está al alcance de cualquiera); o lanzar mordiscos y aullidos por la mañana desde una radio eclesiástica; o participar en inoperantes tertulias radiofónicas o televisivas para no opinar, sino sencillamente soltar la primera y frívola sandez que se le venga a uno a la cabeza. El siguiente peldaño se sube casi sin querer, y así tenemos un país lleno de jovencitas vulgares que intentan ser supermodelos; de personas incapaces hasta de entonar, empeñadas en ser cantantes; de individuos que no saben lenguas -ni siquiera la propia-, dedicados a traducir; de cuasianalfabetos escribiendo libros; de inexpresivos aspirando a ser actores; de incompetentes convertidos en ministros, consejeros autonómicos o alcaldes; de sinvergüenzas ejerciendo de jueces; de seres inarticulados haciendo de locutores; de alfeñiques decididos a ser jugadores de rugby. Y como no son pocos los ineptos que consiguen lo que se proponen, ese "¿Por qué no yo?" empieza a estar justificado. No siempre, claro está, y así España se ha convertido en el país más alejado de la realidad, en el que lo raro es que se tenga conciencia de las propias limitaciones, en el que la modestia es una excepción y a casi nadie le faltan pretensiones. También, por tanto, en el país más expuesto a las frustraciones, que a su vez traen resentimiento, mala leche, odios irracionales y esa envidia universal ya descrita.


Javier Marías

¿Y por qué yo no?

El pais semanal


HIJA DEL VIENTO

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

A Gabriela Mistral

Alejandra Pizarnik


Subió al escenario una mujer pequeña de pelo entrecano recogido en la nuca. Muy austera, vestida de oscuro, era fácil que pasara inadvertida. De pronto, cuando se sentó, vi sus zapatos. Eran rojos. Rojos como los de la Caperucita Roja, rojos como los de las bailarinas de flamenco, rojos como los de las vedettes del Moulin Rouge, rojos como los del Mago de Oz, rojos comunistas, rojos que te quiero rojos, rojos de García Lorca. No lo podía creer y Charo Alonso, mi amiga doctora en Letras de Salamanca, y yo enrojecimos al unísono.

Baja y contundente, las verdades que decía con una voz tranquila me la recordaron una vez en México, cuando la conocí en un banquete en la Sociedad de Escritores en el que nadie supo dirigirle la palabra. A ella no pareció importarle esa comida inútil. En Oviedo, Doris Lessing estaba contenta, de ahí los zapatos rojos. Habló de su libro El viento se llevará nuestras palabras, sobre sus viajes a Afganistán, y su voz resonó alta y justiciera porque ese año Estados Unidos lo bombardeó. "Bush y Blair tienen la culpa". A una pregunta del público respondió que la literatura tenía que ser autobiográfica sin que se notase, que no creía en la literatura femenina ni en la bondad innata de las mujeres que llegan al poder y que su origen africano la hacía sentir una fuerte empatía con los países que sufren atropellos. Charo Alonso se entusiasmó: "Es una mujer con un profundo conocimiento de la política, una mujer comprometida, que vota, que se involucra con el barrio en el que vive -nada pretencioso-, que acude a una librería vecina donde compra todas las novedades y hace numerosas lecturas de su obra en forma generosa y fuera de todo divismo. Tiene un hijo inválido que cuida personalmente".

El 26 de octubre de 2001, hace seis años, Doris Lessing recibió el Premio Príncipe de Asturias. La vi en Oviedo unos días antes porque dio una conferencia en la universidad. Esos días de Oviedo fueron un sueño. Desde la ventana del hotel veía la aguja de la catedral iluminada. Las calles sin coches me parecieron tan entrañables como las estatuas. Doris Lessing era una de ellas, caminaba recatada y a cada momento Charo y yo nos tropezábamos con sus palabras de mármol y de bronce. Había ido a inaugurar la biblioteca que Marta Portal donó a Oviedo y Charo Alonso y yo coincidimos con Doris Lessing. En su discurso frente al príncipe de Asturias hizo un alegato a favor de la integración de las distintas culturas: "Érase una vez un tiempo -y parece muy lejano ya- en el que existía, y era respetada, la persona culta". Y terminó: "Cuando me siento pesimista por la situación del mundo, a menudo pienso en aquella época, aquí en España, a principios de la Edad Media, en Córdoba, en Granada, en Toledo, en otras ciudades del sur, donde cristianos, musulmanes y judíos convivían en armonía: poetas, músicos, escritores, todos juntos, admirándose los unos a los otros, ayudándose mutuamente durante siglos. Esta maravillosa cultura duró tres siglos. ¿Se ha visto algo parecido ahora en el mundo? Lo que ha sido puede volver a ser".

Al leer El sueño más dulce -definitivo para enterrar los ardores comunistas según Charo Alonso- siento tristeza. Repito cabizbaja una de las respuestas de la ganadora del Premio Nobel 2007. "Los idealistas son gente muy peligrosa. Las utopías convierten a los hombres en salvajes que se matan los unos a los otros".



Contigo nunca me siento desamada,

Si pierdo el rumbo, si me desoriento

Tomas mi mano y me devuelves el Norte,

Y si te pierdes tú

Soy yo la que toma tu mano

Y te regreso.

No creas que por tenerte cerca no te veo.

En el camino que decidimos juntos

He aprendido de ti nuevas lecciones,

He sabido que todo lo que somos,

Todo lo que nos damos,

Todo lo que queremos,

Lo hacemos en primera del plural,

Sin condiciones.

Que nuestros ojos vieron nuevos paisajes,

Que cruzaron fronteras,

Que conocieron gentes,

Compartieron silencios,

Se llenaron de azules y de verdes.

Gracias porque una vez me miraron tus ojos…..

Hemos crecido tanto…..

En tan poco tiempo

Rosa Nogales






jueves, 18 de octubre de 2007

La Arcadia programa /15 de Octubre 2007


En el aniversario de la muerte de Ernesto “Che” Guevara.
El “Che” fue capturado el 8 de octubre de 1967
y ejecutado un día después en el pueblo de
La Higuera, en Bolivia.




Ella, la palabra, es el ave Fénix que resurge de las llamas. Regímenes totalitarios intentaron aniquilarla. Pilas de libros ardieron en las plazas con el nazismo, el estalinismo, el islamismo radical. Miles de libros que no quedaron soterrados entre cenizas, si no que se alzaron para escribir la historia con la antorcha de la dama de la libertad. Esa otra llama invisible que prende en nosotros y no se consume mientras haya un lector que la avive al tomar un libro, para con ese mismo acto darle vida.

IGNACIO GARCÍA VALIÑO.



Si yo fuera usted me quitaría el reloj y lo arrojaría tan lejos como me fuera posible. Aunque pensándolo bien, si yo fuera usted, probablemente haría lo que haría usted, y no lo que haría yo.

Déjeme, de todos modos, que le haga una pregunta. ¿Qué significa aquello que mencionaba hace un momento acerca de perder el tiempo? ¿Se puede perder el tiempo? ¿Se lo puede ganar? ¿Usted realmente piensa que una cuestión como el tiempo cabe en ese mecanismo que lleva atado a la muñeca? Cada día sale el sol a la hora que se le ocurre, los naranjos tardan lo que quieren en florecer y sólo Dios sabe los años que pasaremos sobre esta tierra. ¿Para qué preocuparse tanto de cuántos cuartos pasan de las ocho? Déjeme que le cuente una historia.

Al parecer ese reloj que tanto valora usted tuvo su origen en los monasterios. Siete veces al día te alabaré, rezaba el salmo, y a partir de ahí algún trasnochado decretó el implemento de las horas canónicas. Para medirlas y distribuirlas fue que se desarrolló el reloj. Siete veces al día sonaban las campanas y los vecinos del monasterio empezaron a obedecerlas. No se levantaban con el sol, sino con las campanas. No comían con el hambre sino con las campanas. Las campanas les indicaban la hora de ir a dormir. Y entonces el mundo – ese que se despliega ahí fuera, del otro lado de la ventana, ese que no sabe nada de segundos ni de minutos – se nos fue quedando chico, se nos fue matematizando y diluyendo en unidades. No hay un solo minuto que dure lo mismo que otro porque en el mundo del que le hablo (si es que existe tal cosa), en el mundo del que le hablo nada nunca se repite.

La matemática – y la metafísica, agregaría el poeta - , no son más que consecuencias de encontrarse indispuesto. Pierda el tiempo, hágame caso, arránquelo de su muñeca, déjelo que se convierta en vino en las barricas, que leve con el pan y que vuelto polvo y cenizas se mezcle de nuevo con la tierra. Extravíelo, mi amigo, que para nosotros los mortales no hay teorías ni mediciones. Sólo historias es lo que queda. Sólo contarnos historias.


Javier Argüello para el Cruce de las palabras. El país 22 Septiembre 2007



Las palabras son las piezas dentales del pensamiento, y la realidad sólo puede digerirse con una dentadura en buen estado.

Juan José MILLÁS


Vas recorriendo a solas el jardín,

Despacio y sin cuidados,

mentras el verso fluye

entre la niebla

y el asomo lejano

de la luz.

Todo lo que vas viendo

te sorprende.

¿Qué puedes esperar,

más de lo inesperado?

Que las hierbas que pisas

son carne de tu carne.

Que la luna saldrá

cuando tú se lo digas.

Que no hay diferencias

entre el jardín y tú.

Caminas muy despacio,

para que todo pueda sorprenderte.

Y te vas alejando,

tanto que, ya incapaz

el verso de seguirte,

se detiene.

José Corredor-Matheos

Del Libro “Un pez que va por el jardín”


Crónica Literaria de Antonio Cuartero

El pasado jueves 11 de octubre la academia Sueca dio su veredicto sobre el Premio Nobel de Literatura de este año, que recayó en la autora británica Doris Lessing.

La undécima mujer que recibe el galardón en la historia de los Nobel.

A los 87 años recibe el reconocimiento por toda su carrera, aunque en voz de Lessing:

- “Este es el premio más glamuroso, todo el mundo lo conoce, pero no quiere decir que sea el mejor”.

Doris nació el 22 de octubre de 1919 en el actual Irán. Luego de pequeña se traslado con su familia a Rodesia, Zimbabue en la actualidad. Con 19 años se casó y tuvo dos hijos y en 1949 se fue a Londres, donde tuvo otro hijo con su segundo esposo. Ha residido allí hasta la actualidad.

La Academia la ha descrito como una autora que retrata “la épica de la experiencia femenina” aunque ella ha respondido a esto:

- “No sé a lo que se refieren con eso, los hombres y las mujeres no son tan diferentes”

Son muchas las obras de Doris Lessing pero podemos destacar algunas como las más relevantes y que marcaron un hito en la literatura, como el “Cuaderno Dorado”, o su colección de relatos “La costumbre de amar”, “Vencida por la sábana” y “Canta la hierba” y entre sus libros más recientes “Mara y Dann”, e Historia del General Dann, de la hija de Mara de Griot y del perro de las nieves”

El libro que hemos mencionado “Cuaderno Dorado” tuvo en los sesenta y setenta una amplia repercusión y todavía hoy en el mundo del feminismo pues fue un fuerte pilar para esta ideología, sin embargo Lessing no es feminista en el sentido estricto de la palabra. Ella va un par de pasos por delante.

Como pequeña anécdota podemos decir que de las cosas que más ilusión le han hecho a la autora del premio ha sido la llamada telefónica que ha recibido de Gabriel García Márquez felicitándola, según ella es algo maravilloso porque le admira.


No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.

Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.

Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»... De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»...
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.

Un poema de amor

Nicolás Guillén


Comentarios al atardecer. Antonio Cuartero

FAHRENHEIT 451. RAY BRADBURY

¿Os imagináis un mundo sin libros? ¿Un mundo donde la gente no lea? ¿Un mundo donde todas las personas esten conectadas a la televisión o a la radio las 24 horas del día? ¿Un mundo donde los bomberos encienden el fuego?

Este inimaginable mundo pero a la vez tan profético transcurre entre las páginas de Fahrenheit 451. En ellas nos sumergimos en la vida de un bombero, cuya misión es quemar libros, quemar todo aquello que hace al ser humano sentirse vivo.

En este mundo futuro, lleno de televisiones que ocupan todas las paredes, donde auriculares transmite a todas horas una insípida corriente de música y noticias, donde por las calles los coches corren a 150 kilómetros por hora, divirtiéndose atropellando a los peatones, donde todos viven con miedo, el miedo a una guerra inminente.

Y en medio de todo esto nuestro bombero hace saltar una chispa, la chispa de la curiosidad. En una de sus misiones como bombero en la quema de libros no puede evitar preguntarse, no puede evitar pensar, la curiosidad le puede. Roba un libro. ¿Qué es lo que esconden estos objetos? ¿Por qué se les persigue con este ahínco? Nuestro bombero es descubierto y se inicia una persecución alocada donde sus propios compañeros se han convertido en sus enemigos. Pero todavía hay gente que saben lo que es un libro, le ayudan y consigue escapar de la ciudad.

Para acabar en el seno de unos mendigos que viven en la periferia de la ciudad al margen de todo ese mundo. Y para su estupefacción en la mente de aquellos ladrones, mendigos, gente desechada por la ciudad encuentra a Platón, Marco Aurelio, Jonathan Twist, Charles Darwin, Schopenhauer, Einstein, Mateo, Marcos, Lucas, Juan. Los libros todavía viven, viven en la mente de estos huérfanos de la civilización.

Con esta magnífica obra de ciencia-ficción Ray Bradbury, nos sumerge en un futuro estremecedor pero lleno de hechos proféticos más aún ya que este libro fue escrito en 1953. Con una narración muy poética que hace conjugar perfectamente con el clima de ciencia facción vamos pasando página a página.

El autor nació en Illinois, Estado Unidos en 1920. Fue un lector voraz aunque no pude asistir a la universidad por razones económicas pero esto no fue un impedimento para que se haya convertido en uno de los autores más importantes de ciencia ficción y fantasía. Ha desarrollado una amplia actividad en el mundo del cine, el teatro y la televisión. En 1989 fue nombrado Gran Maestro de la SFWA (Asociación de autores de ciencia ficción norteamericanos) y en 1999 recibió el SF Hall of Fame por toda su carrera.

Además existe un asteroide llamado Bradbury en su honor.

Por último tenemos que destacar una idea original que ha surgido a raíz de este libro, la Escuela de Lectura de Madrid junto con la colaboración de la Junta de Andalucía Y PAPEL (Pacto Andaluz por el Libro) han desarrollado el Proyecto Fahrenheit 451. Este proyecto consiste en una serie de cursos a todo el que esté interesado, en el que se enseñan diversas prácticas de memorización, lectura en público y diversas técnicas, para convertirse en personas libros. Cada persona eligirá el libro que desee y se aprenderá de memoria la mayor cantidad posible de texto, luego en la calle relatará estos capítulos a todo aquel que esté dispuesto a escuchar. Así surgen las personas libros como en la novela de Bradbury. El curso se irá impartiendo en diversas partes de Andalucía durante unos días, a Málaga llegará en el mes de noviembre.

Y por si todavía queréis saber algo más de esta novela, el enigma de su título tiene fácil solución, según palabras del autor “Fahrenheit 451: es la temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde”


Contigo nunca me siento desamada,

Si pierdo el rumbo, si me desoriento

Tomas mi mano y me devuelves el Norte,

Y si te pierdes tú

Soy yo la que toma tu mano

Y te regreso.

No creas que por tenerte cerca no te veo.

En el camino que decidimos juntos

He aprendido de ti nuevas lecciones,

He sabido que todo lo que somos,

Todo lo que nos damos,

Todo lo que queremos,

Lo hacemos en primera del plural,

Sin condiciones.

Que nuestros ojos vieron nuevos paisajes,

Que cruzaron fronteras,

Que conocieron gentes,

Compartieron silencios,

Se llenaron de azules y de verdes.

Gracias porque una vez me miraron tus ojos…..

Hemos crecido tanto…..

En tan poco tiempo

Rosa Nogales



Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas. Durante algún tiempo, el mundo fue un milagro. Luego regresó la oscuridad. La pluma tiembla entre mis dedos cada vez que el ariete embiste contra la puerta. Un sólido portón de metal y madera que no tardará en hacerse trizas. Pesados y sudados hombre de hierro se amontonan en la entrada. Vienen a por nosotras. Las Buenas Mujeres rezan. Yo escribo. Es mi mayor victoria, mi conquista, el don de que me siento más orgullosa; y aunque las palabras están siendo devoradas por el gran silencio, hoy constituyen mi única arma.

Rosa Montero

La Arcadia / 8 de Octubre 2007



También los libros son manos, manos que esculpen las palabras y espigan el aire. Manos que se alargan como un zarcillo, en pos de es metáfora que duerme entre sus páginas, manos que arañan y acarician, que pacifican nuestro sueño y nos golpean con una bofetada de presentida belleza.
Y los libros que son manos, buscan otras manos que los gratifiquen, que apacigüen su fiebre, que amansen el caudal desbocado de la sangre negra que los habita. La sangre tumultuosa de las imprentas.
Y las manos del libro, y las manos de su lector, ese lector que han elegido para siempre, se funden en unos nuevos esponsales.

Juan Manuel de Prada.


Yo soy un pez,

Un pez que va por el jardín,

tan libre como un árbol.

Soy un árbol, que tiene

raíces en el cielo,

como un pájaro.

Y soy también un pájaro,

y son míos los cielos,

las aguas y la tierra.

¿Por qué, si soy un pez,

un pájaro y un árbol,

la angustia de ser hombre

hace que todo

me resulte, de pronto,

tan extraño?

José Corredor-Matheos nació en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en 1929. Vive en Barcelona desde 1936. En 2005 obtuvo el Premio Nacional de poesía por “El don de la ignorancia” (Tusquets Editores).Este poema pertenece al libro “Un pez que va por el jardín”, que Tusquets publicará este otoño.



Escribir o levitar.
El poema es sólo el espejismo del poema que soñamos.
Hondo, al final de la llaga está el poema.

Rafael Pérez Estrada


La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota. Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: "Este hombre se cree Dios". Pero al rato de oírlo decir historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo.
Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.
Pero aquel hombre que no sabía nada de ella y sus libros, se le acercó como a cualquiera. Entonces la tía Daniela lo dotó de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. Su cabeza lo miró de tantos modos que en doce días creyó conocer a cien hombres.
Lo quiso convencida de que Dios puede andar entre mortales, entregada hasta las uñas a los deseos y las ocurrencias de un tipo que nunca llegó para quedarse y jamás entendió uno solo de todos los poemas que Daniela quiso leerle para explicar su amor.
Un día, así como había llegado, se fue sin despedir siquiera. Y no hubo entonces en la redonda inteligencia de la tía Daniela un solo atisbo de entender qué había pasado.
Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una larga pena como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno.
Por unos días de luz, por un indicio, por los ojos de hierro y súplica que le prestó una noche, la tía Daniela enterró las ganas de estar viva y fue perdiendo el brillo de la piel, la fuerza de las piernas, la intensidad de la frente y las entrañas.
Se quedó casi ciega en tres meses, una joroba le creció en la espalda, y algo le sucedió a su termostato que a pesar de andar hasta en el rayo del sol con abrigo y calcetines, tiritaba de frío como si viviera en el centro mismo del invierno. La sacaban al aire como a un canario. Cerca le ponían fruta y galletas para que picoteara, pero su madre se llevaba las cosas intactas mientras ella seguía muda a pesar de los esfuerzos que todo el mundo hacía por distraerla.
Al principio la invitaban a la calle para ver si mirando las palomas o viendo ir y venir a la gente, algo de ella volvía a dar muestras de apego a la vida. Trataron todo. Su madre se la llevó de viaje a España y la hizo entrar y salir de todos los tablados sevillanos sin obtener de ella más que una lágrima la noche que el cantador estuvo alegre. A la mañana siguiente le puso un telegrama a su marido diciendo: "Empieza a mejorar, ha llorado un segundo". Se había vuelto un árbol seco, iba para donde la llevaran y en cuanto podía se dejaba caer en la cama como si hubiera trabajado veinticuatro horas recogiendo algodón. Por fin las fuerzas no le alcanzaron más que para echarse en una silla y decirle a su madre: "Te lo ruego, vámonos a casa".
Cuando volvieron, la tía Daniela apenas podía caminar y desde entonces no quiso levantarse. Tampoco quería bañarse, ni peinarse, ni hacer pipí. Una mañana no pudo siquiera abrir los ojos.
-¡Está muerta! - oyó decir a su alrededor y no encontró las fuerzas para negarlo.
Alguien le sugirió a su madre que ese comportamiento era un chantaje, un modo de vengarse en los otros, una pose de niña consentida que si de repente perdiera la tranquilidad de la casa y la comida segura, se las arreglaría para mejorar de un día para el otro. Su madre hizo el esfuerzo de abandonarla en el quicio de la puerta de la Catedral.
L
a dejaron ahí una noche con la esperanza de verla regresar al día siguiente, hambrienta y furiosa, como había sido alguna vez. A la tercera noche la recogieron de la puerta de la Catedral con pulmonía y la llevaron al hospital entre lágrimas de toda la familia.

Ahí fue a visitarla su amiga Elidé, una joven de piel brillante que hablaba sin tregua y que decía saber las curas del mal de amores. Pidió que la dejaran hacerse cargo del alma y del estómago de aquella náufraga. Era una creatura alegre y ávida. La oyeron opinar. Según ella el error en el tratamiento de su inteligente amiga estaba en los consejos de que olvidara. Olvidar era un asunto imposible. Lo que había que hacer era encauzarle los recuerdos, para que no la mataran, para que la obligaran a seguir viva.
Los padres oyeron hablar a la muchacha con la misma indiferencia que ya les provocaba cualquier intento de curar a su hija. Daban por hecho que no serviría de nada y sin embargo lo autorizaban como si no hubieran perdido la esperanza que ya habían perdido.
Las pusieron a dormir en el mismo cuarto. Siempre que alguien pasaba frente a la puerta oía a la incansable voz de Elidé hablando del asunto con la misma obstinación con que un médico vigila a un moribundo. No se callaba. No le daba tregua. Un día y otro, una semana y otra.
-¿Cómo dices que eran sus manos? - preguntaba. Si la tía Daniela no le contestaba, Elidé volvía por otro lado.
-¿Tenía los ojos verdes? ¿Cafés? ¿Grandes?
-Chicos - le contestó la tía Daniela hablando por primera vez en treinta días.
-¿Chicos y turbios?- preguntó la tía Elidé.
- Chicos y fieros - contestó la tía Daniela y volvió a callarse otro mes.
- Seguro que era Leo. Así son los de Leo - decía su amiga sacando un libro de horóscopos para leerle. Decía todos los horrores que pueden caber en un Leo. - De remate, son mentirosos. Pero no tienes que dejarte, tú eres de Tauro. Son fuertes las mujeres de Tauro.
- Mentiras sí que dijo - le contestó Daniela una tarde.
-¿Cuáles? No se te vayan a olvidar. Porque el mundo no es tan grande como para que no demos con él, y entonces le vas a recordar sus palabras. Una por una, las que oíste y las que te hizo decir.
-No quiero humillarme.
-El humillado va a ser él. Si no todo es tan fácil como sembrar palabras y largarse.
-Me iluminaron -defendió la tía Daniela.
- Se te nota iluminada - decía su amiga cuando llegaban a puntos así.
Al tercer mes de hablar y hablar la hizo comer como Dios manda. Ni siquiera se dio cuenta cómo fue. La llevó a una caminata por el jardín. Cargaba una cesta con fruta, queso, pan, mantequilla y té. Extendió un mantel sobre el pasto, sacó las cosas y siguió hablando mientras empezaba a comer sin ofrecerle.
- Le gustaban las uvas - dijo la enferma.
- Entiendo que lo extrañes.
Sí - dijo la enferma acercándose un racimo de uvas -. Besaba regio. Y tenía suave la piel de los hombros y la cintura.
-¿Cómo tenía? Ya sabes - dijo la amiga como si supiera siempre lo que la torturaba.
- No te lo voy a decir - contestó riéndose por primera vez en meses. Luego comió queso y té, pan y mantequilla.
- ¿Rico? - le preguntó Elidé.
- Sí - le contestó la enferma empezando a ser ella.
Una noche bajaron a cenar. La tía Daniela con un vestido nuevo y el pelo brillante y limpio, libre por fin de la trenza polvorosa que no se había peinado en mucho tiempo.
Veinte días después ella y su amiga habían repasado los recuerdos de arriba para abajo hasta convertirlos en trivia. Todo lo que había tratado de olvidar la tía Daniela forzándose a no pensarlo, se le volvió indigno de recuerdo después de repetirlo muchas veces. Castigó su buen juicio oyéndose contar una tras otra las ciento veinte mil tonterías que la había hecho feliz y desgraciada.
- Ya no quiero ni vengarme - le dijo una mañana a Elidé -. Estoy aburridísima del tema.
- ¿Cómo? No te pongas inteligente - dijo Elidé-. Éste ha sido todo el tiempo un asunto de razón menguada. ¿Lo vas convertir en algo lúcido? No lo eches a perder. Nos falta lo mejor. Nos falta buscar al hombre en Europa y África, en Sudamérica y la India, nos falta
encontrarlo y hacer un escándalo que justifique nuestros viajes. Nos falta conocer la galería Pitti, ver Florencia, enamorarnos en Venecia, echar una moneda en la fuente de Trevi. ¿Nos vamos a perseguir a ese hombre que te enamoró como a una imbécil y luego se fue?
Habían planeado viajar por el mundo en busca del culpable y eso de que la venganza ya no fuera trascendente en la cura de su amiga tenía devastada a Elidé. Iban a perderse la India y Marruecos, Bolivia y el Congo, Viena y sobre todo Italia. Nunca pensó que podría convertirla en un ser racional después de haberla visto paralizada y casi loca hacía cuatro meses.

- Tenemos que ir a buscarlo. No te vuelvas inteligente antes de tiempo - le decía.
- Llegó ayer - le contestó la tía Daniela un mediodía.
- ¿Cómo sabes?
- Lo vi. Tocó en el balcón como antes.
- ¿Y qué sentiste?
- Nada.
-¿Y qué te dijo?
- Todo.
- ¿Y qué le contestaste?
- Cerré.
-¿Y ahora? - preguntó la terapista.
- Ahora sí nos vamos a Italia: los ausentes siempre se equivocan.
Y se fueron a Italia por la voz del Dante: "Piovverà dentro a l'alta fantasía."

De Mujeres de ojos grandes

Un cuento de Angeles Mastretta




Crónica Literaria de Antonio Cuartero

Nueva temporada y nuevos aires. Comenzamos nuestro primer número de la crónica literaria.

El “IX Premio Manuel Alcántara” para periodistas jóvenes organizado por el Diario Sur y la Universidad de Málaga con una dotación de 6000 euros ha sido otorgado a Jesús Martínez Fernández con su reportaje “El rap del extrarradio”. Este trabajo narra la forma de ver la vida que tienen los grupos de hip-hop y como lo expresan en sus canciones.

Además se han dado tres menciones especiales a Nacho Mirás, Leticia Álvarez y Damián Weizman.

La Expo Zaragoza 2008, Laberinto de las Artes y Escuela de Escritores convocan el Concurso Cuentos del Agua. De esta manera y siguiendo el tema de la próxima exposición internacional se pretende animar a los escritores hispanohablantes a trabajar con el agua como elemento creativo y que sirva de base o fuerza motriz para el relato. El concurso tiene una dotación de 6.000 euros y la publicación de diez relatos finalistas en la antología Cuentos del Agua. El plazo finaliza el 30 de noviembre.

El programa Hoy por Hoy de la cadena ser junto con Escuela de escritores han convocado un concurso de micro cuentos semanales. En el que cada cuento tiene que comenzar con la última frase del cuento ganador de la semana anterior en este caso “En ese instante, todos supimos que jamás volveríamos a vernos”. Tiene una dotación de 6000 euros por el mejor relato de la temporada. Cada martes se dará a conocer el ganador y cada viernes termina el plazo de presentación de los relatos.



Las manos se cogen de otras manos y los ojos se quedan fijos en tus ojos... Es el principio de la historia de nuestros corazones.

Es una noche de Mayo, brilla la luna, y el suave olor de plantas aromáticas se esparce por el aire. He dejado mi flauta olvidada y tú no has acabado de tejer tu guirnalda...

Nuestro amor es tan simple como una canción.

Tu velo azafranado me encandila. La corona de jazmines que has trenzado para mí me inunda el alma como un dulce piropo... Jugamos a dar y a hacer como que damos, a aparecer y a escondernos. Sonrisas, timideces, dulces peleas en broma...

Nuestro amor es tan simple como una canción.

No hay misterio en este amor más allá de lo que se ve, ni deseo de alcanzar lo imposible, ni oscuridades tras el encanto, ni búsquedas en el abismo de la penumbra...

Nuestro amor es tan simple como una canción.

Las palabras no nos sumen en un eterno callar, ni elevamos al vacío las manos por encima de toda esperanza. Unicamente dar y recibir... No hemos pisado el gozo hasta extraerle el vino de la pena...

Nuestro amor es tan simple como una canción.


Rabindranath Tagore

El jardinero



Comentarios al atardecer. Antonio Cuartero

SEDA.

Alessandro Baricco

De pequeñas y delicadas puntadas Baricco ha construido esta preciosa novela. Es una novela corta que se lee del tirón pero que no os dejará indiferentes.

Herve Goncear es el protagonista de la historia. Un criador de gusanos de seda, que tendrá que hacer un viaje al lejano Japón para poder salvar Lavilledieu, su pueblo, pues una plaga ha arrasado los gusanos de Europa y necesitan nuevos gusanos para la nueva temporada. Todos por unanimidad eligen a Hervé para que vaya a Japón. Lo que no sabrán es que Hervé pronto ansiará volver. Allí ha encontrado algo maravilloso que lo cambiará para siempre. Este es el camino por el que anda el autor en la novela pero lo que esconde a su alrededor es impresionante, una bruma parece rodearlo todo pero conforme se vaya avanzando en la lectura esta se disipará para haceros ver un paisaje que os dejará sin habla.

El lenguaje que utiliza el autor es sencillísimo y quizás sea esta su mayor relevancia pues te hace bailar por esta novela, no sabría decir de amor, o desamor, deseo, o simplemente de la vida.

Alessandro Baricco su autor dice lo siguiente de ella “esta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia”

Este autor italiano ha tenido un éxito gigantesco con esta novela, en España ya llega a su 41ª edición. Baricco comenzó como crítico musical, luego comenzó su etapa literaria que es la que lo lanzó a la fama entre sus novelas y ensayos destacando: “Tierras de cristal”, “City”, “Sin Sangre”, “Homero, Iliada”. Además fundó en Turín una escuela de técnicas de escritura llamada Holden (protagonista del Guardián entre el Centeno, como homenaje a Salinger su autor). Esta escuela ha tenido un éxito clamoroso y ha servido como un fuerte incentivo para la creación literaria de nuevas promesas.

Baricco cuenta una pequeña anécdota de la novela que nos hace pensar sobre el destino y las coincidencias. Lavilledieu, es el pueblo donde transcurre la acción de la novela, el autor cuenta que para encontrar este nombre ficticio cogió un mapa de Francia, eligió a dedo dos pueblos y formó un vocablo con las dos palabras. Cuando la novela tuvo tan clamoroso éxito. Para sorpresa de Baricco, le llegó una carta del alcalde del pueblo Lavilledieu, ¡Existía de verdad! Proponiéndole que una visita al pueblo para inaugurar su biblioteca, además le contaba que en el siglo XIX, el verdadero Lavilledieu, habían tenido fábricas de gusanos de seda. Baricco se quedó sin palabras. Y aceptó encantado la propuesta del alcalde.

Poco nos queda por decir ya de esta novela, solo que si la leéis el eco de su música os durará siempre.


Hay una vida mejor, pero es carísima. Porque es carísimo dejar todo y salir al camino, pero vale la pena porque la vida anda al aire libre. Me gusta ese peligro y también me gustan las iglesias, tanto góticas, me gustan las francesas y las nórdicas y las otras.

Las fábricas me arruinan el paisaje y siempre estoy listo para el viaje.