miércoles, 9 de enero de 2008

La Arcadia 27 Noviembre 2007







Con sus conspiraciones,
con los sueños que nunca se recuerdan
y con los recordados,
con el insomnio de las cañerías,
con la inquietud que tiembla un segundo después
del aullido del lobo
o el aviso alarmado de los perros,
con la sombra que cruza por el jardín vacío,
con la luna maldita, con el amor, los hombres
levantaron la noche.

Con las ventanas de los rascacielos,
con la oración del monje,
con la ropa cansada de la puta,
con la orquesta de jazz en aquel sótano,
de la ciudad dormida,
con el postigo en la tormenta,
con los versos de Borges,
y con las confesiones del borracho,
con la luna de Junio, con el odio,
levantaron la noche.

Y también con la Estrella Polar sobre los barcos,
Con las meditaciones del filósofo,
Con las tribus sentadas a la hoguera,
Con la perversidad del confidente,
y con el tiempo detenido
en el primer abrazo, en las primeras lágrimas,
en los primeros nombres del interrogatorio,
con la luz amarilla,
con el silencio de los hospitales,
levantaron la noche.

También con tu desnudo. Esta definitiva
perfección de la noche en tu desnudo
me confirma la frágil certeza del destino,
pues toda la intención del universo
fue llamarnos aquí.
en una noche blanca están todas las noches
y el tiempo inevitable ha sucedido
para dejar tu sueño en esta cama
y para que yo vea en tus ojos el fuego
de una noche infinita.

LA NOCHE
Luis García Montero








El abrazo de la lectura F. FERNÁN GÓMEZ 23/04/1994






El libro se abre ante nosotros como se abre de piernas la amante entregada y posesiva. Como abren los brazos para acogernos el amigo y el familiar. En mi prehistoria se abrieron para mí los brazos diminutos, débiles y sucios de los primeros cuentos de calleja. Ya entre ellos se observaban diferencias sociales. Los más baratos cabían en la palma de la mano, su letra era casi ilegible y tenían las mejillas manchadas de tiznones como de carbón o de tinta de escribir palotes, curvas y garrotes. No parecían pensados para que los leyeran los niños, sino las abuelitas, deshojándose, al borde de la cuna. En cambio, los más caros, en octavo, se leían con facilidad y tenían letras de oro en la portada.
Vinieron después los libros de aventuras. Cuando aún no se ha llegado a la adolescencia, cuando aún no nos han amaestrado y no nos han inyectado en el cerebro la suficiente cantidad de resignación, nos asombra dolorosamente la monotonía de la existencia. ¿Cómo es posible -se pregunta el niño-, haber pasado ocho años padeciendo esta sórdida repetición cotidiana?. Los libros de aventuras, con su mentira piadosa, le abren las puertas de la esperanza.

Los libros escondidos. Los libros secretos. Hay que tenerlos debajo de los libros de texto. Leerlos cuando no nos ven nuestros mayores o los profesores, en el colegio. Son libros de aventuras, novelas folletinescas, policíacas. Y muy pocos anos después -no años, meses-, novelas pornográficas. Qué inefable placer me proporcionan esas lecturas. Aldous Huxley dijo: "una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico". Y con esto no intento sugerir a nadie que abandone las orgías.

Pero también el libro tiene enemigos entre los de su propia especie. En mi caso personal, fueron los libros de texto del bachillerato. Qué repulsión, qué aversión me inspiraron. Odio al libro, odio a la lectura, odio al conocimiento. Por fortuna, había en Madrid muchísimos puestecillos callejeros en los que vendían a mitad de precio noveluchas de segunda mano, o de tercera o cuarta, sobadas y requetesobadas, noveluchas de aventuras, policíacas y también verdes. Aquellos puestecillos hicieron que se conservara vivo mi amor al libro, que los catedráticos escritores habrían conseguido asesinar. En la guerra de libros -como no puede ocurrir en las guerras de verdad-, ganaron los pobres.





Aparecieron después los que algunos consideran enemigos del libro: el cine, la radio, la televisión... son, es cierto, otros medios de difusión de la poesía, y también de la música y de las artes plásticas. Pero, aunque enemigos en cierto aspecto, es difícil que derroten al libro, ni creo que pongan en ello interés, El libro les lleva la ventaja de la corporeidad, de la cercanía. El libro lo tengo, lo poseo, puedo incluso darle achares, no mirarlo, no leerlo y, sin embargo, conservarlo. No es efímero. Puedo también tenerlo en las manos, acariciarle el lomo como a un perro amigo, hojearlo, sobarlo, puedo besar algunos de sus renglones si me han conmovido. Tanto si es un libro lujoso, encuadernado en suave piel, como si es un libro popular, de los que se doblan y se pliegan sumisos para ser leidos en la cama, con los que uno puede acostarse sin muchas dificultades ( ... )

Echo una mirada a la biblioteca. Cuántos libros en ella que ha devorado el olvido. Y cuántos que ya no podré leer. Quiero decirles a esos libros que no leeré nunca, que no se sientan despreciados. Sí sé que no los leeré es porque estoy en esa edad en la que al tiempo se le ve volar como a un gorrión asustado, en la que se nos escapa como agua en un cesto, en la que huye como algunos queridos recuerdos. Pero al decir adiós, que un libro me abra sus brazos y repose sobre mi pecho.





Dos almas gemelas en pleno vuelo
dos seres distantes
condenados a encontrarse,
dos vidas paralelas
en una larga distancia
dos cuerpos sedientos
algún día se fundirán en calma.

Cuando llegue ese día
tañerán las campanas
la música sonará alegre
los caballos cabalgarán al galope
y no habrá nadie que las separe.

Para tí y para tí también,
invoco hoy este canto
para tí si algún día me escuchas
para tí que hoy me acompañas.


Carmen Llecha.











Tengo que pronunciar un discurso y yo no sé pronunciar discursos. Apelo, pues, a su benevolencia y les ruego que acepten estas palabras mías como la expresión de lo único que soy capaz de hacer y de la única razón por la que yo he llegado hasta aquí: yo soy una contadora de historias. Por ello, desearía aprovechar esta ocasión tan extraordinaria para hacer un elogio, y acaso también una defensa, de la fantasía y la imaginación en la literatura, que son para mí algo tan vital como el comer y el dormir, y que opongo a la aridez del espíritu que tan a menudo nos rodea, que se niega a ver la dimensión espiritual de lo material.
Así, es mi intención invitarles, en este discurso mío tan poco erudito y tan poco formal, a ensayar una incursión en el mundo que ha sido mi gran obsesión literaria, el mundo que me ha fascinado desde mi más tierna infancia, que desde niña me ha mantenido atrapada en sus redes: el “bosque”, que es para mí el mundo de la imaginación, de la fantasía, del ensueño, pero también de la propia literatura y, a fin de cuentas, de la palabra. Y desearía hacerlo bajo la invocación de Alicia en el país de las maravillas , con los siguientes versos:
Recibe, Alicia, el cuento y deposítalodonde el sueño de la Infanciaabraza a la Memoria en lazo místico,
como ajada guirnaldaque ofrece a su regreso el peregrinode una tierra lejana.


Extracto del discurso de Ana María Matuteen su ingreso en la Real Academia Española de las Letras




Comentarios a medianoche de Antonio Cuartero:
Hoy con "El Guardían en el centeno"
Holden Caulfield es un adolescente de 17 años, lo acaban de expulsar de nuevo de una prestigiosa escuela privada.
No quiere volver a casa. Teme las respuestas de sus padres. Así que coge todo el dinero que tiene y se lanza a la calles de Nueva York. Sin embargo Holden tiene un extraño resentimiento hacía todo ser viviente, considera a todos unos hipócritas sin excepción. Sin embargo lo que no ve Holden, es que el único hipócrita es él.
Recorrerá las calles de noche, frecuentará pub y bares, se relacionará con prostitutas, intentará por todos los medios hacerse pasar por adulto para que le sirvan una copa.
Salinger con esta corta novela publicada en 1951 dio un mazazo a la literatura de su país, con un lenguaje claro y directo, en primera persona, hace recorrer a Holden por las calles de Nueva York, entre drogas, alcohol y sexo, sumerge a un niño en un mundo de adultos. Pero por otro lado su hermana, Phoebe representa en la novela el lado bueno y maduro y reprende constantemente al protagonista por su actitud.
Así Holden criticará a todo lo que se le cruza por delante, desde el taxista, hasta el camarero, la prostituta, su hermano, sus padres, sus amigos… incluso a él mismo.
Salinger, escritor estadounidense cuando publico esta novela en su país creó una controversia muy grande. Ya que utilizaba un lenguaje directo y ofensivo y hacía constantes referencias a las drogas, el alcohol y la prostitución. Sin embargo en poco tiempo se convirtió en un auténtico autor de culto, siendo El Guardián entre el Centeno su primera novela. Por lo que Salinger tomo la decisión de aislarse del mundo y alejarse de todo, decir que solo se ha conseguido una entrevista de él por el periódico New York Times. Ya que apenas se sabe nada de su biografía, y publica esporádicamente.
Podemos decir varios datos anecdóticos de esta famosa novela. Como que el asesino de Joh Lennon, llevaba encima un ejemplar cuando ejecutó el asesinato, de igual modo que el hombre que disparó al presidente Ronald Reagan también estaba obsesionado por esta novela.
Pero también tenemos datos buenos como que es uno de los libros mas estudiados en las escuelas e institutos de todo el mundo. Y en EE.UU en 2005, cincuenta años después de su publicación figuraba en la lista de los diez libros más leídos.
El título del libro parece que no tiene nada que ver con la obra, sin embargo, entrad en este libro, y Salinger, con un pequeño poema os explicará su sentido.





LA ROSA ES UNA ROSA ES UNA ROSA...

La rosa es una rosa es una rosa.
Tu boca es una rosa es una boca.
La rosa, roja y rosa, me provoca:
Se me antoja una boca temblorosa.

La roja, roja sangre rencorosa
de la rosa, que quema lo que toca,
de tu boca de rosa se desboca
y me moja la boca, ponzoñosa.

La pena, pena roja de mi vida,
de no vivir bebiendo ese lascivo
licor de boca rosa y llamarada,
rubor de rosa roja y encendida,
me ha dejado la boca al rojo vivo,
del rojo de una rosa descarnada.

Sonetos con lugares comunes
Fernando del Paso