lunes, 16 de julio de 2007

LA ARCADIA XIII 26-06-07



LOS ÁNGELES MUERTOS

Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban,
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.

Rafael Alberti


Se convoca el IX Premio Nacional de Relatos Canaleta

Relatos originales, inéditos y no premiados de una extensión de 8 a 20 folios escritos en castellano. Cada autor podrá presentar un máximo de dos obras, por triplicado, bajo plica.

Primer premio de 1.200 euros y 50 ejemplares de la publicación.

Información de las bases en el teléfono: 959 495 132

Se convoca el Vigésimo noveno XXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla

Las obras inéditas y no premiadas, de temática y procedimiento libres, tendrán una extensión mínima de 750 versos escritos en castellano. Se enviarán por correo bajo plica. Se admiten también envíos por correo electrónico. El fallo tendrá lugar en la segunda quincena de Octubre 2007. Primer premio de 18.000 euros y 25 ejemplares de la publicación.

Plazo de admisión: 15 de Agosto de 2007-06-24

Resto de las bases para información y envíos en el teléfono: 952 699 193

www.visor-libros.com



En la esquina hay un carrito que vende bocadillos de carne con todos los aderezos que desee el cliente. El olor se extiende por la calle y llega hasta este patio tan solemne. Nieva, hace mucho frío en esta mañana clara, irrealmente azul. Harlem fue un barrio de ricos que se marcharon cuando empezaron a llegar los emigrantes; ya se sabe, los ricos se pueden marchar cuando quieran; los ricos no ofrecieron resistencia al cambio. Aquí quedaron las casas con vidrieras y las escaleras con pasamanos de maderas nobles. Harlem es un mundo lleno de color y de músicas latinas a todo sonar; al menos en esta parte, que es una extensión de Santo Domingo. Las tiendas, los restaurantes, las agencias que envían dólares a la familia que quedó en el isla, los locutorios; todo parece un decorado postizo, pegado en las fachadas de los edificios que fueron lujo y ostentación allá por los principios del siglo pasado.

Harlem era uno de los barrios más elegantes de Nueva York y precisamente por eso el millonario Acher Milton Huntington, millonario de los de verdad, de los descaradamente ricos, decidió que aquí iba a crear su sueño, su sueño de España. Los edificios se disponen en torno a un patio y tienen sabor clásico. Dos leones saludan en las escalinatas y una urna barroca te da la bienvenida. Entras en un espacio para el asombro donde se pueden admirar desde restos romanos y árabes, hasta obra geniales de Goya y de Velásquez; todo envuelto en una atmósfera decadente, de otro tiempo, como los ficheros de la biblioteca con sus fichas amarillentas, con letras esmeradas. Afirmó Blasco Ibáñez que si se hundiera España por un maremoto, aquí quedarían suficientes testimonios de su grandeza.

La Hispanic Society es una realidad prodigiosa que se corresponde con la visión de España que tenía su fundador y que era la dominante en el pensamiento de la época. Esta imagen tiene su origen en los viajeros románticos y es la de una gran nación, con un pasado extraordinario y muy decaída en el presente; no hacía mucho que Estados Unidos la había derrotado en Cuba y Filipinas. Una nación pintoresca, apasionada, adornada con los tópicos que han ido alimentando el imaginario a lo largo del tiempo.

En el centro del patio, lanzado al galope, enarbolando la lanza, arrollador; temible, valiente, encarnación de esa España que Huntington amó tanto, la estatua del Cid. No es necesario ir a Nueva York para verla, una réplica está delante de la Fábrica de Tabacos de Sevilla. Fue una donación de la autora, Anna Hyatt, escultora de prestigio y esposa del mecenas. Allí, entre la nieve, el Cid, como en el poema de Manuel Machado, cabalga. No hay que olvidar que Huntington tradujo al inglés el poema épico que tiene a Rodrigo como protagonista.

No se puede hablar del Cid sin referirse al patriarca de la filología española, a don Ramón Menéndez Pidal, más Cid que el histórico, intérprete y casi creador del mito porque de mito se trata. No es fácil comprender desde nuestro parámetros que durante un dilatado período de tiempo la figura del Cid ocupara un lugar central en la visión de España, en la visión tradicional. Rodrigo fue el caballero sin tacha que derrotó a los moros y les conquistó Valencia, fue el vasallo fiel que soportó las injusticias de su rey, esposo y padre amantísimo; en fín, encarnación de todas las virtudes, el Roldán español, porque no olvidemos que todos los paises tienen sus héroes. Claro está que la verdad del personaje tiene más matices, muchos más de los que nos cuenta el cantar de gesta que se redactó hace 800 años.

No es el lugar de ponerse erudito pero es necesario detenerse en la construcción del personaje. Pidal crea, insisto, crea, un Cid a partir del texto del poema que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. El investigador tiene las ideas claras, Castilla y su lengua son el núcleo de España y la poesía épica es la más adecuada para definir un condado heróico que después fue reino; un reino entregado a la tarea de reconquistar las tierras que fueron de la monarquía visigoda y que los árabes habían invadido. Para Pidal, Espara era una nación al menos desde los romanos esa unidad la había roto la invasión musulmana. Un buen héroe para encarnar esta gesta era el conde Fernán González, que también tiene su poema, al que dediqué años de estudio; pero, al final, fue Rodrigo el elegido para dar sentido a una interpretación de España.

En el poema se ha querido ver el realismo propio de la literatura española, la poesía contenida pero llena de belleza, el honor; el cumplimiento del deber; todo un universo elevado a la máxima potencia que Angel Valbuena definió con tres palabras; castellanismo, sobriedad y exactitud; por supuesto, afirma que estamos ante una obra que sólo puede considerarse perfecta en todos sus términos.


Crónica de Antonio Cuartero

Última semana de junio, niños y niñas sin colegio, preparando maletas, el calor en todo su apogeo y nuestra agenda cultural sigue su camino.

Nuestro ciclo de cine japonés que nos ha estado presentando el CAC de Málaga termina esta semana dejándonos como plato final “Los hermanos Mamiya” del director Yoshimitsu Morita, este miércoles 27 de junio a las 19:00 horas. Como siempre la entrada será libre hasta completar aforo.

Unicaja nos recuerda que el próximo día 29 de junio termina su convocatoria del IX Premio Novela de Unicaza “Fernando Quiñones”. Cuenta con una dotación de 30.000 euros para el primer premio y 6000 euros para el finalista, además de un busto del prestigioso escultor Miguel Berrocal. Y ambas novelas serán publicadas por alianza editorial con difusión internacional.

También esta semana se convoca el I Premio de Ensayos Literarios por parte del Colegio Oficial de Graduados Sociales de Málaga y Melilla. Los temas de dicho certamen versaran entorno a temas sociales malagueños. El plazo de presentación será hasta el 31 de julio. Para más información consultar las bases completas en ww.srsmalga.net.

La Fundación Unicaja presentó el pasado jueves una exposición de pintura titulada “Maternidades 1997-2006”. Esta exposición ha sido organizada por la Fundación Unicaja con obras del pintor malagueño Jorge Rando. La obra permanecerá expuesta en el La Sala de Exposiciones de Unicaza de la calle Calvo s/n hasta el 21 de julio

El sábado pasado día 23 se hizo entrega del XV Premio Manuel Alcántara de Poesía que ha recaído en Pedro González Moreno. El acto se celebró en el castillo de Gibralfaro y el ganador recibió el premio de manos del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y del vicepresidente de la Fundación Unicaza, Mariano Vergara. El título del poema ganador ha sido “Mañana, la intemperie”

Para más información consultar malaga.es, malgaes.com, dpm-cultura.org, cac.malaga.org


Fuimos cómplices de su imaginación. Sólo nos pedía la complicidad. Nunca quiso el oropel de las cosas tenidas por importantes. Justo es decirlo, en cierta ocasión, de manera impropia en un ser tan discreto, tomó una vieja espada de su mundo ficticio y, amenazándonos, nos exigió parte del mar: Me contento con las cosas más hermosas, aquellas cuyas arenas son polvo de berilo, de jaspe y ónice. Quiero esas playas porque sus caracolas son políglotas y sabias, y no tienen la tope inclinación de remedar constantemente la voz de los océanos como lo hacen las otras caracolas (incluso las filipinas, nacidas para adornar la superficie silenciosa de los pianos solitarios). Y, ya más sosegado, desvió la cuestión a la singularidad de una caracola nacida del mar Índico, que es religiosa, tanto que hoy es guardada en la Meca, y allí repite sin cansancio las más bellas suras, la que en verdad complacen al Todopoderoso, y las recita con la cadencia de las olas, rítmica y piadosamente.

Cómplices

De “La luz de las palabras”

Rafael Pérez Estrada


Lo he escrito en alguna ocasión, el amante de los libros, el apasionado por esos objetos y no sólo por lo que contienen, es un enfermo, un adicto sin remedio; menos mal que la lectura no está castigada porque si así fuera unos pocos seríamos condenados a la pena capital de no tener un volumen que llevarnos a los ojos, al tacto de las manos, a la naríz; en casos extremos, a la boca porque, parece según datos fehacientes, que también existen los bibliófagos. Hace algunos años pronuncié el Pregón de la feria del Libro; fue un texto improvisado que se ha convertido, como ocurre con los que quedan en la memoria, en una especie de leyenda. En ese Pregón no publicado y siempre listo para editarse defendí que por un libro se puede asesinar y me extendí en este supuesto sin necesidad de recurrir a Eco. Ejemplos hay en la historia. La pasión por el libro es una de las manifestaciones de la pasión amorosa y es necesidad de vivir de muchas maneras y por medio de muchas voces. Leer es explorar con la imaginación, justo lo contrario de lo que nos propone la sociedad actual, el mundo global, que sólo entiende de imágenes.

La biblioteca de noche

Alberto Manguel


Las lágrimas recorrían sus mejillas por primera vez en muchos años.

Intentó recordar cuando fue la última vez que lloró de aquella manera pero no lo conseguía, quizás esta era la primera vez que lo hacía así, un llanto de puro dolor, de pura desesperación, un llanto de muerte.

Débilmente forcejeó con el puño de su camisa hasta descubrir su muñeca donde descansaba una finísima pulsera de plata, que se apremió en limpiar del barro y la mugre que tenía. Suavemente se la llevó a los labios para depositar en ella un beso. Esperando que ese beso recorriera el vínculo que unía a aquella pulsera con su hermana, y su beso llegara hasta ella y a la vez a su hija dueña de la pulsera gemela.

Hizo un amago de sonrisa al recordar la pregunta de su hija, de hacía ya algún tiempo

- ¿Papa tú no lloras?

- No nunca – a lo que su hija respondió con una mirada desdeñosa,

- Quizás no lloro nunca porque se me han secado los ojos de llorar…

Pero parecía que no era así, pues una profunda inundación abarcaba ahora sus dos ojos. Era casi grotesco que instantes antes de morir no lloraba por el hecho de morir, sino por el hecho de saber que no iba a ver a sus seres queridos, que no vería jamás a su hija. Toda una vida pensando en la terrible y horrenda muerte, para descubrir que esto no era lo que asustaba, sino el hecho de perder a tus seres queridos.

Y lloraba, lloraba por ella, por su hija. Porque no volvería estar a su lado, porque no volvería a verla, a tocarla, a abrazarla, a besarla, a ayudarla en sus momentos difíciles, a enseñarle a descubrir el mundo, a verla dormir, cuantas cosas….

Se le escapó una serie de gemidos incontrolables que dieron paso a unos sollozos desgarradores. Mi hija..., mi hija..., ¿Cómo iba a seguir adelante? ¿Quién la ayudaría? Nadie veía a su hija tal y cómo él la veía, tal y cómo él la conocía.

¡Dios mío! Mi hija, mi hija, mi hija…

Pero… podía hacer algo, sí. Podía hacer una última cosa por ella, podía darle un último aliento, un último suspiro, una nueva esperanza…

Sonrió por última vez antes de que sus ojos perdieran el brillo de la vida.

Las lágrimas recorrían por primera vez sus mejillas en muchos años.

Cómo tantas veces había hecho a lo largo de su vida, besó suavemente la pulserita de plata que llevaba en su muñeca para que le diera ánimos o simplemente porque se había convertido en un acto simbólico para ella.

Miró hacía el lado derecho de su cama, donde antes dormía él. Luego miró a la puerta, entreabierta, por si los niños lloraban.

Estalló en sollozos, aquellos instantes de la noche eran los únicos en los que se podía permitir llorar, gemir, dejarse caer… durante el día no podía derrumbarse…

Notó la presencia de algo, de pronto miró al fondo de la habitación donde estaba el armario, allí había un hombre.

De la impresión dio tal salto de la cama que cayó a los pies sin apartar la mirada de aquel hombre.

Estaba sentado con la espalda apoyada en el armario, vestía un uniforme militar apenas perceptible por el barro y la mugre que lo impregnaba.

Su mano izquierda intentaba contener el chorro de sangre y vísceras que le salían de su estómago y que iban inundando poco a poco todo el suelo a sus pies.

Miró a los ojos de aquel hombre y su mirada se la devolvieron unos ojos verdes, como los de ella. Y se dio cuenta que estaba llorando, dos ríos de lágrimas recorrían su cara.

- Sé fuerte, mi niña, sé fuerte, estoy aquí, contigo siempre.

Tras estas palabras se llevó su muñeca derecha a los labios y beso brevemente una pulserita de plata.....Desapareció.

UNA NUEVA ESPERANZA

Antonio Cuartero