miércoles, 23 de mayo de 2007

LA ARCADIA VIII


Hay en los dominios de la fantasía bellas comarcas en donde los árboles suspiran y los arroyos cristalinos se deslizan cantando por entre orillas esmaltadas de flores, a perderse en el azul mar. Lejos de estas comarcas, muy lejos de ellas, hay una región terrible y misteriosa en donde los árboles elevan al cielo sus descarnados brazos de espectro y en donde el silencio y la oscuridad proyectan sobre el alma rayos intensos de sombría desolación y de muerte.
Y en lo más siniestro de esa región de sombras, hay un castillo, un castillo negro y grande, con torreones almenados, con su galería ojival ya derruida y un foso lleno de aguas muertas y malsanas.
Yo la conozco, conozco esa región terrible. Una noche, emborrachado por mis tristezas y por el alcohol, iba por el camino tambaleándome como un barco viejo al compás de las notas de una vieja canción marinera. Era una canción la mía en tono menor, canción de pueblo salvaje y primitivo, triste como un canto luterano, canción serena de una amargura grande y sombría, de la amargura de la montaña y del bosque. Y era de noche. De repente, sentí un gran terror. Me encontré junto al castillo, y entré en una sala desierta; un alcotán, con un ala rota, se arrastraba por el suelo.
Desde la ventana se veía la luna, que ilumina a con su luz espectral el campo yerto y desnudo; en los fosos se estremecía el agua intranquila y llena de emanaciones. Arriba, en el cielo, el brillante Arturus resplandecía y titilaba con un parpadeo misterioso y confidencial. En la lejanía las llamas de una hoguera se agitaban con el viento. En el ancho salón, adornado con negras colgaduras, puse mi cama de helechos secos. El salón estaba abandonado; un braserillo, donde ardía un montón de teas, lo iluminaba. Junto a una pared del salón había un reloj gigantesco, alto y estrecho como un ataúd, un reloj de caja negra que en las noches llenas de silencio lanzaba su tictac metálico con la energía de una amenaza.
«¡Ah! Soy feliz -me repetía a mí mismo-. Ya no oigo la odiosa voz humana, nunca, nunca.»
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
La vida estaba dominada; había encontrado el reposo. Mi espíritu gozaba con el horror de la noche, mejor que con las claridades blancas de la aurora.
¡Oh! Me encontraba tranquilo, nada turbaba mi calma; allí podía pasar mi vida solo, siempre solo, rumiando en silencio el amargo pasto de mis ideas, sin locas esperanzas, sin necias ilusiones, con el espíritu lleno de serenidades grises, como un paisaje de otoño.
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico. En las noches calladas una nota melancólica, el canto de un sapo me acompañaba.
-Tú también -le decía al cantor de la noche- vives en la soledad. En el fondo de tu escondrijo no tienes quien te responda más que el eco de los latidos de tu corazón.
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
Una noche, una noche callada, sentí el terror de algo vago que se cernía sobre mi alma; algo tan vago como la sombra de un sueño en el mar agitado de las ideas. Me asomé a la ventana. Allá en el negro cielo se estremecían y palpitaban los astros, en la inmensidad de sus existencias solitarias; ni un grito, ni un estremecimiento de vida en la tierra negra. Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
Escuché atentamente; nada se oía. ¡El silencio, el silencio por todas partes! Sobrecogido, delirante, supliqué a los árboles que suspiraban en la noche que me acompañaran con suspiros; supliqué al viento que murmurase entre el follaje, y a la lluvia que resonara en las hojas secas del camino; e imploré de las cosas y de los hombres que no me abandonasen, y pedí a la luna que rompiera su negro manto de ébano y acariciara mis ojos, mis pobres ojos, turbios por la angustia de la muerte, con su mirada argentada y casta. Y los árboles, y la luna, y la lluvia, y el viento permanecieron sordos. Y el reloj sombrío que mide indiferente las horas tristes se había parado para siempre.
El reloj
Pio Baroja

I..
No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II.
No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III.
No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV.
No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V.
No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI.
No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII.
No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII.
No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

IX.
No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X.
Mientan siempre.

XI.
No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."

El decálogo
Juan Carlos Onetti

Crónica Antonio Cuartero

Nos encontramos ya a finales del mes de mayo y este no deja de traernos actos muy interesantes.

Se convoca el I Concurso de Fotografía submarina “Universidad de Málaga-AUAS”. Se llevará a cabo el 9 de junio en la Playa de Torrecilla en Nerja. El concurso se realizará por parejas. El plazo de inscripción es hasta el 7 de junio y costará 40 euros. Organiza Universidad de Málaga y Asociación universitaria de actividades subacuáticas.

Nuestro ciclo de cine de Europa continua, viajamos a Suecia con “La Vergüenza” de Ingmar Bergman. El viernes 25 de Mayo a las 21: horas en el Paraninfo de la Universidad. La entrada será gratuita hasta completar aforo.

El centro cultural de la Generación del 27, para finalizar este mes de Mayo nos presenta la conferencia de Vicente Molina Foix sobre “Alexaindre, Lorca, Alberti: cartas al fantasma” presentado por Marcos Rodríguez Espinosa. El miércoles 23 de mayo en el salón de Plenos de la Diputación de Málaga.

El ayuntamiento de Benalmádena abre las puertas esta semana a un acto muy interesante. La presentación de la obra de teatro “El principito” de Antoine Saint-Exupery a cargo del grupo teatral “Estrellas del Silencio” pertenecientes al Hospital psiquiátrico penitenciario de Sevilla. El 25 de mayo en la casa de la cultura de Arroyo de la miel, y comenzará a las 19:00 horas. Organiza AFESOL (Asociación de familiares y personas con enfermedad mental de la costa del sol) en colaboración con el área de cultura del Ayuntamiento de Benalmádena.

El teatro Canovas de Málaga presenta para el mes de junio una carta de actos muy completa, el primer acto será III Festival de teatro con títeres, objetos y visual, que correrá a cargo del grupo teatral “Tirititeros de Binéfar” que representará “El hombre cigüeña”. El 1 de junio a las 21:00 horas. Las siguientes semanas os iremos informando de su interesante programación

Y para finalizar os anunciamos que la semana que viene comienza la feria del libro de Málaga, desde el día 25 de Mayo al 3 de Junio y la podréis encontrar en el Paseo del Parque de Málaga y abrirá sus puertas todos los días de once de la mañana a dos y de seis de la tarde a diez de la noche.

Para más información consultar, uma.es, malagaes.com, malaga, es, dpm-cultura.org, o en nuestro blog la-arcadia.blogspot.com

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

Max Aub

Cuanto más bella es la vida
más feroces sus zarpazos,
cuantos más frutos consigo,
más cerca estoy de perder.
Por una caricia tuya
toco el cielo con las manos,
pero sé que si te marchas,
tocaré el suelo otra vez.
¡Grita al mundo!, ¡rompe el aire!
hasta que muera tu voz,
"que el amor es un misterio
y que importa sólo a dos
"Correremos por las calles,
gritaremos tú y yo,
"que el amor es un misterio
y que importa sólo a dos
"Yo no quiero causar pena
sólo por mi condición
de mujer rota en esencia
y herida en el corazón.
No habrá un hombre en este mundo
que me vuelva a hacer caer,
porque sé que si te marchas
besaré el suelo otra vez.
Cuando llegue el huracán,
que seguro ha de venir
por marcharte de mis brazos,
por alejarte de mí,
pensaré que fuímos grandes,
pensaré que fuímos dos,
tú en tu cuerpo..., yo en el mío...,
...y un solo corazón.

Luz Casal

Hay siempre un pasajero invisible en todos los viajes, una maleta oculta, un rostro al que nadie mira. Cuando se abre la ventana del vagón, el viento mueve la cortina y desordena fugazmente la hojas de un periódico donde aparecen fotografías de una guerra que es todas las guerras, edificios de una ciudad confundida en la memoria de varias ciudades, mensajes cifrados, promesas de placer o de huida. Pero nadie se fija en la fecha de ese diario, nadie ha visto a esa sombra que recorre las calles, se interna en la umbría del bosque o se aleja entre la multitud por andenes y pasillos de aeropuertos. En su equipaje están los sueños, lo que no sucedió y alguna vez fue posible, lo que dejamos al margen, las otras vidas. Y tal vez el secreto de todos los viajes.
En la mirada ausente el niño que espera en el andén se encierra un mundo. Cruzan lentos los trenes bajo el sol del mediodía de agosto. Muchos años después, esa luz será la única certeza de quien se sabe ya otro: la misma luz que inunda un paisaje frío de ventanas sin aire, un vértigo de muros gastados, cable, tejados con antenas; la estela de luz sobre el mar, el fulgor de los días indolentes, el verano que nunca ha de volver.
Un hombre está ahora sentado en el andén. Por un instante piensa en aquel niño que solía imaginarse en el próximo siglo mientras pasaban trenes de los que, a veces, descendían pasajeros extraños y le miraban sólo a él, como si quisieran contarle el final de una historia.
Viejos puentes de hierro entre colinas ocres, túneles cuya entrada apenas cierran unas tablas mohosas. De la linea abandonada no quedan ya ni los raíles: sólo un sendero impreciso bordea el terraplén y algunas señales van dejando una advertencia inútil. Quién recuerda ese trayecto, esa breve distancia recorrida con lentitud de carruaje, los intervalos de oscuridad, el reflejo del sol en el agua, las casa blancas cerca de la orilla. Quien esperaba en andenes ya definitivamente vacíos, quién se despidió en madrugadas de invierno sobre un fondo de vagones de madera y hollín y caras ateridas. El tiempo es aquí una vía muerta, una estación cerrada y unas flores que crecen en las grietas del suelo, muy cerca del asfalto y del humo, en la neutra superficie del olvido.
Una ciudad, de noche, y un cuarto de hotel. Ya no se escucha el ruido de la calle. En el silencio que sólo altera una lejana música vulgar, alguien recoge su equipaje y sabe que no van a reconocerle: el tiempo, ese pasajero oscuro, inadvertido.
El pasajero / Antonio Jiménez Millán

1 comentario:

Anónimo dijo...

“Esta canción va dedicada para mi niña mimada, la musa de mi inspiración.
Para la estrella que ilumina mi universo.
Para ti, para la más bonita melodía sonriente. Esta canción es para ti… tuya.”


Mi rap es calor, dolor; es experiencia sin sabor.
Mi rap es crudo. ¿Te imaginas que se apaga el Sol?
Mi rap es noches de lamento para almas sin sentimiento, golpear la cabeza contra el cemento.
Y tú, amor, eres mi diosa. Te rezo a ti, mi todopoderosa, eres la salvación.
Sureña luz, vela encendida en esta calle oscura llena de seres presos de la luna.
Oasis en el desierto de mi locura.
Eres mi todo y no hay más y te pido que nadie me pueda mencionar en el rap.
¿Quieres volar de mi mano? ¿Quieres nadar entre besos del mar?
Cariño, tus ojos, el mismo cielo y es que incluso el mas kie alguna vez dijo te quiero.
Eres mi estrella, la que me guía en el camino, compañera, la que provoca mis suspiros. Ven a mi vera, eres como agua en un desierto de tristeza, ¡ay compañera! ¡ay! eres mi estrella.
Contigo vivo en el paraíso, pero ángel, como te anhelo cuando sueño que me muero y no te hallo entre mis dedos.
Todo lo acaricia el viento doloroso. Siento celos cuando el sol roza tu piel y la enrojece, siento celos.
Te quiero

Ya estuve en el infierno, peleando con tantos diablos, escupiendo versos.
Fui presa de tantos entuertos… pero gracias Dios mío por otorgarme la mujer de mis sueños.
En invierno las calles son tan frías… yo me refugio en el calor que emite tu alegría. Refugiome en tu alma ya que mi corazón dicta tus pasos.
Tu dulzura me mantiene en calma y es que, amada mía, no existe en la Tierra poesía ni poeta, ni tinta, ni pluma, ni lápiz que merezca escribir exactamente todo el arte que despierta mi niña Andalucía, Sevilla y su belleza.
Eres mi estrella, la que me guía en el camino, compañera, la que provoca mis suspiros. Ven a mi vera, eres como agua en un desierto de tristeza, ¡ay compañera! ¡ay! eres mi estrella.

Amada mía…

‘Pa’ti cariño’. Haze. ‘Crónicas del barrio’. 2004

Esta canción me atrajo desde que la escuché. Su ritmo, sus dulces pero doloridas letras, su especial dedicatoria del principio…
A medida que la escuchaba por primera vez, lloraba imaginando y deseando ser esa “bonita melodía sonriente” de alguien especial. Esa estrella, esa compañera, ese oasis…
Pero cual fue mi sorpresa cuando llegó al final. Esa musa, esa diosa… es nuestra maravillosa tierra, ¡Andalucía!.
¡Qué verdades tan grandes dice Haze en esta letra!. Esa luz, esa vela encendida, esa alegría que se respira… es cierta, muy cierta y real.
Pero de todas formas, me sigo quedando con el lado más romántico, la bella dedicatoria a una chica, a “su” chica.
Y, con pareja o sin pareja, aquí, allá o más lejos, quiero seguir siendo, por siempre, “La más hermosa melodía sonriente…”