La criatura de isla paréceme, no sé por qué,
una criatura distinta.
Más leve, más sutil,
más sensitiva.
Si es flor, no la sujeta la raíz; si es pájaro,
su cuerpo deja un hueco en el viento;
si es niño, juega a veces con un petrel,
con una nube...
La criatura de isla
trasciende siempre al mar que la rodea
y al que no la rodea.
Va al mar, viene del mar y mares pequeñitos
se amansan en su pecho,
duermen a su calor
como palomas.
Los ríos de la isla son más ligeros que los otros ríos.
Las piedras de la isla parece que van a salir volando...
Ella es toda de aire y de agua fina.
Un recuerdo de sal,
de horizontes perdidos, la traspasa en cada ola,
y una espuma de barco naufragado le ciñe la cintura,
le estremece la yema de las alas...
Tierra firme llamaban los antiguos a todo lo que no fuera isla.
La isla es, pues,
lo menos firme,
lo menos tierra de la Tierra.
DULCE MARIA LOINAZ
Poeta cubana nacida en La Habana en 1902 y fallecida en 1997. Después de Doctorarse en Leyes, colaboró con las más prestigiosas publicaciones de su país y viajó muchas veces por Europa, Asia y América. Su poesía expresa la feminidad con ciertas pinceladas impresionistas y un toque íntimo como el de pocas poetisas caribeñas. En 1986 recibió el premio Nacional de Literatura de su país, en 1991 el Premio de la Crítica y en 1992 el premio Cervantes, convirtiéndose desde entonces en directora de la Academia Cubana de la Lengua.
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