El “Che” fue capturado el 8 de octubre de 1967
y ejecutado un día después en el pueblo de
IGNACIO GARCÍA VALIÑO.
Si yo fuera usted me quitaría el reloj y lo arrojaría tan lejos como me fuera posible. Aunque pensándolo bien, si yo fuera usted, probablemente haría lo que haría usted, y no lo que haría yo.
Déjeme, de todos modos, que le haga una pregunta. ¿Qué significa aquello que mencionaba hace un momento acerca de perder el tiempo? ¿Se puede perder el tiempo? ¿Se lo puede ganar? ¿Usted realmente piensa que una cuestión como el tiempo cabe en ese mecanismo que lleva atado a la muñeca? Cada día sale el sol a la hora que se le ocurre, los naranjos tardan lo que quieren en florecer y sólo Dios sabe los años que pasaremos sobre esta tierra. ¿Para qué preocuparse tanto de cuántos cuartos pasan de las ocho? Déjeme que le cuente una historia.
Al parecer ese reloj que tanto valora usted tuvo su origen en los monasterios. Siete veces al día te alabaré, rezaba el salmo, y a partir de ahí algún trasnochado decretó el implemento de las horas canónicas. Para medirlas y distribuirlas fue que se desarrolló el reloj. Siete veces al día sonaban las campanas y los vecinos del monasterio empezaron a obedecerlas. No se levantaban con el sol, sino con las campanas. No comían con el hambre sino con las campanas. Las campanas les indicaban la hora de ir a dormir. Y entonces el mundo – ese que se despliega ahí fuera, del otro lado de la ventana, ese que no sabe nada de segundos ni de minutos – se nos fue quedando chico, se nos fue matematizando y diluyendo en unidades. No hay un solo minuto que dure lo mismo que otro porque en el mundo del que le hablo (si es que existe tal cosa), en el mundo del que le hablo nada nunca se repite.
La matemática – y la metafísica, agregaría el poeta - , no son más que consecuencias de encontrarse indispuesto. Pierda el tiempo, hágame caso, arránquelo de su muñeca, déjelo que se convierta en vino en las barricas, que leve con el pan y que vuelto polvo y cenizas se mezcle de nuevo con la tierra. Extravíelo, mi amigo, que para nosotros los mortales no hay teorías ni mediciones. Sólo historias es lo que queda. Sólo contarnos historias.
Javier Argüello para el Cruce de las palabras. El país 22 Septiembre 2007
Las palabras son las piezas dentales del pensamiento, y la realidad sólo puede digerirse con una dentadura en buen estado.
Vas recorriendo a solas el jardín,
Despacio y sin cuidados,
mentras el verso fluye
entre la niebla
y el asomo lejano
de la luz.
Todo lo que vas viendo
te sorprende.
¿Qué puedes esperar,
más de lo inesperado?
Que las hierbas que pisas
son carne de tu carne.
Que la luna saldrá
cuando tú se lo digas.
Que no hay diferencias
entre el jardín y tú.
Caminas muy despacio,
para que todo pueda sorprenderte.
Y te vas alejando,
tanto que, ya incapaz
el verso de seguirte,
se detiene.
José Corredor-Matheos
Del Libro “Un pez que va por el jardín”
Crónica Literaria de Antonio Cuartero
El pasado jueves 11 de octubre la academia Sueca dio su veredicto sobre el Premio Nobel de Literatura de este año, que recayó en la autora británica Doris Lessing.
La undécima mujer que recibe el galardón en la historia de los Nobel.
A los 87 años recibe el reconocimiento por toda su carrera, aunque en voz de Lessing:
- “Este es el premio más glamuroso, todo el mundo lo conoce, pero no quiere decir que sea el mejor”.
Doris nació el 22 de octubre de 1919 en el actual Irán. Luego de pequeña se traslado con su familia a Rodesia, Zimbabue en la actualidad. Con 19 años se casó y tuvo dos hijos y en 1949 se fue a Londres, donde tuvo otro hijo con su segundo esposo. Ha residido allí hasta la actualidad.
- “No sé a lo que se refieren con eso, los hombres y las mujeres no son tan diferentes”
Son muchas las obras de Doris Lessing pero podemos destacar algunas como las más relevantes y que marcaron un hito en la literatura, como el “Cuaderno Dorado”, o su colección de relatos “La costumbre de amar”, “Vencida por la sábana” y “Canta la hierba” y entre sus libros más recientes “Mara y Dann”, e Historia del General Dann, de la hija de Mara de Griot y del perro de las nieves”
El libro que hemos mencionado “Cuaderno Dorado” tuvo en los sesenta y setenta una amplia repercusión y todavía hoy en el mundo del feminismo pues fue un fuerte pilar para esta ideología, sin embargo Lessing no es feminista en el sentido estricto de la palabra. Ella va un par de pasos por delante.
Como pequeña anécdota podemos decir que de las cosas que más ilusión le han hecho a la autora del premio ha sido la llamada telefónica que ha recibido de Gabriel García Márquez felicitándola, según ella es algo maravilloso porque le admira.
No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.
Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.
Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»... De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»...
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.
Un poema de amor
Nicolás Guillén
Comentarios al atardecer. Antonio Cuartero
FAHRENHEIT 451. RAY BRADBURY
¿Os imagináis un mundo sin libros? ¿Un mundo donde la gente no lea? ¿Un mundo donde todas las personas esten conectadas a la televisión o a la radio las 24 horas del día? ¿Un mundo donde los bomberos encienden el fuego?
Este inimaginable mundo pero a la vez tan profético transcurre entre las páginas de Fahrenheit 451. En ellas nos sumergimos en la vida de un bombero, cuya misión es quemar libros, quemar todo aquello que hace al ser humano sentirse vivo.
En este mundo futuro, lleno de televisiones que ocupan todas las paredes, donde auriculares transmite a todas horas una insípida corriente de música y noticias, donde por las calles los coches corren a
Y en medio de todo esto nuestro bombero hace saltar una chispa, la chispa de la curiosidad. En una de sus misiones como bombero en la quema de libros no puede evitar preguntarse, no puede evitar pensar, la curiosidad le puede. Roba un libro. ¿Qué es lo que esconden estos objetos? ¿Por qué se les persigue con este ahínco? Nuestro bombero es descubierto y se inicia una persecución alocada donde sus propios compañeros se han convertido en sus enemigos. Pero todavía hay gente que saben lo que es un libro, le ayudan y consigue escapar de la ciudad.
Para acabar en el seno de unos mendigos que viven en la periferia de la ciudad al margen de todo ese mundo. Y para su estupefacción en la mente de aquellos ladrones, mendigos, gente desechada por la ciudad encuentra a Platón, Marco Aurelio, Jonathan Twist, Charles Darwin, Schopenhauer, Einstein, Mateo, Marcos, Lucas, Juan. Los libros todavía viven, viven en la mente de estos huérfanos de la civilización.
Con esta magnífica obra de ciencia-ficción Ray Bradbury, nos sumerge en un futuro estremecedor pero lleno de hechos proféticos más aún ya que este libro fue escrito en 1953. Con una narración muy poética que hace conjugar perfectamente con el clima de ciencia facción vamos pasando página a página.
El autor nació en Illinois, Estado Unidos en 1920. Fue un lector voraz aunque no pude asistir a la universidad por razones económicas pero esto no fue un impedimento para que se haya convertido en uno de los autores más importantes de ciencia ficción y fantasía. Ha desarrollado una amplia actividad en el mundo del cine, el teatro y la televisión. En 1989 fue nombrado Gran Maestro de
Además existe un asteroide llamado Bradbury en su honor.
Por último tenemos que destacar una idea original que ha surgido a raíz de este libro,
Y por si todavía queréis saber algo más de esta novela, el enigma de su título tiene fácil solución, según palabras del autor “Fahrenheit 451: es la temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde”
Contigo nunca me siento desamada,
Si pierdo el rumbo, si me desoriento
Tomas mi mano y me devuelves el Norte,
Y si te pierdes tú
Soy yo la que toma tu mano
Y te regreso.
No creas que por tenerte cerca no te veo.
En el camino que decidimos juntos
He aprendido de ti nuevas lecciones,
He sabido que todo lo que somos,
Todo lo que nos damos,
Todo lo que queremos,
Lo hacemos en primera del plural,
Sin condiciones.
Que nuestros ojos vieron nuevos paisajes,
Que cruzaron fronteras,
Que conocieron gentes,
Compartieron silencios,
Se llenaron de azules y de verdes.
Gracias porque una vez me miraron tus ojos…..
Hemos crecido tanto…..
En tan poco tiempo
Rosa Nogales
Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas. Durante algún tiempo, el mundo fue un milagro. Luego regresó la oscuridad. La pluma tiembla entre mis dedos cada vez que el ariete embiste contra la puerta. Un sólido portón de metal y madera que no tardará en hacerse trizas. Pesados y sudados hombre de hierro se amontonan en la entrada. Vienen a por nosotras. Las Buenas Mujeres rezan. Yo escribo. Es mi mayor victoria, mi conquista, el don de que me siento más orgullosa; y aunque las palabras están siendo devoradas por el gran silencio, hoy constituyen mi única arma.
Rosa Montero